Pues sí, “como decíamos ayer” porque realmente parece que fue ayer cuando me despedí por un mes para descansar y desconectar y ya estoy de vuelta con la pilas cargadas, así que a partir de ahora estaré por aquí todas las semanas intentando aportar y ayudar a quien lo necesite en cuestiones, principalmente, de derecho de familia.
A pesar de que para la mayoría de las familias el verano implica viajes, fiestas, diversión y reencuentros con amigos, para otras familias el verano también significa convivencia continuada, tensión, discusiones y, en muchas ocasiones, toma de decisiones largamente (o no) meditadas, y esto lo he podido vivir de cerca en muchos casos.
Con la llegada de septiembre muchas parejas han optado por romper la convivencia y tienen que ponerse manos a la obra para ver qué va a ocurrir con su familia a partir de este momento, lo cual no es nada fácil, como muchos sabéis.
Este verano he leído muchísimos libros, entre ellos uno no escrito por abogados o juristas sino por padres divorciados: Emilio Encabo Lucini y Juan Romero Corell, a los que felicito enormemente por su claridad. El libro se titula “Custodia consensuada. Para custodias, colores” y relata los acuerdos que han alcanzado varias familias muy diferentes en relación con la custodia, la pensión de alimentos de sus hijos, el régimen de visitas, etc. Identifican a cada familia con un color y explican las circunstancias que rodean a cada una de las familias.
Y es que cuando nos planteamos la custodia de los niños parece que solo tenemos dos opciones: custodia exclusiva o custodia compartida y en el primero de los casos un régimen de visitas “tipo” por el que todos pasamos muchas veces sin cuestionarlo o sin buscar otro que se ajuste más a nuestra realidad.
Sin embargo, hay familias y familias. Cada familia sabe perfectamente el horario de trabajo de los progenitores, los horarios de sus hijos (colegio, actividades, etc) y la ayuda con la que cuentan para llevar a cabo el cuidado de los menores de forma organizada. Eso que tanto cuesta alcanzar: la conciliación familiar.
Con la ruptura matrimonial o de la pareja todo cambia y debemos poner sobre la mesa la situación de cada uno y analizar cómo podemos compaginar dos casas, dos horarios, así como los horarios de los menores, teniendo en cuenta siempre el interés de los menores por encima de todo.
La custodia, para que funcione, debe ser en mi opinión un traje a la medida de esa familia que tenga en cuenta su realidad. Unos miembros de la pareja tienen jornada partida; otros trabajan en turnos de mañanas, tardes y noches, seguidos de descansos; algunos trabajan todos los fines de semana y descansan durante la semana; unos tienen las vacaciones en julio o agosto y otros trabajan todo el verano sin descanso y tienen sus vacaciones en otro momento del año; unos viven cerca y otros viven lejos o incluso en países o provincias diferentes.
También tenemos que tener en cuenta otras cuestiones “menores” que no dejan de tener su importancia: el tema de la ropa (qué ropa tienen en cada casa), la celebración del cumpleaños de los menores, las llamadas telefónicas del progenitor con el que no están los niños… estas cuestiones también se tratan en el libro, pues cada familia organiza estos temas de la forma que más le conviene.
Cada familia es un mundo y por eso lo ideal es tratar cada caso como lo que es, único.
Por eso, lo aconsejable es siempre que las parejas sean capaces de sentarse y hablar de su situación o bien, si no es posible, hacerlo a través de sus abogados con el fin de lograr un acuerdo satisfactorio para ambos y también para sus hijos, en lugar de dejar en manos de un juez una decisión tan importante para la vida de esa familia.
Si estáis empezando los trámites del divorcio os animo a dedicar tiempo a pensar en vuestra realidad y a cómo compaginar mejor el cuidado de los niños y los horarios de cada uno y tratar de encajar las piezas de la mejor manera posible para todos.
¡Nos vemos por aquí y feliz “vuelta al cole” para todos!